martes, 11 de junio de 2013

Cine dentro del cine.



 No me refiero a películas que hablen sobre cine en su trama como “8 y medio”, o más recientemente  The Artist”, sino a una herramienta narrativa mucho más concreta y mundana, que cada vez que la veo se me erizan los pelos...
 Me refiero a esa sensación en bucle, de estar viendo una película en la que los personajes que ves en la pantalla de tu televisión, a su vez están viendo otra película.



Esa sensación tan placentera, de estar tumbado en el sofá, al calor de los rayos del tubo catódico, y ver como otros, al igual que tú, se emboban ante la caja tonta.




Cada vez que lo veo me pregunto si habrá algún mirón ulterior, ¿Alguien ve como yo veo a otros ver la tele?, como una especie de Ed Harris o Dios (se parecen pero no son lo mismo), en “El Show de Truman” acariciando la pantalla en la que ve a Jim Carrey durmiendo…Si es así y hay alguno más, le compadezco porque se debe estar aburriendo muchísimo…



Desde que Godard sacara a Jean-paul Belmondo ensimismado  mirando a Humphey Bogart en “Al final de la escapada”, los ha habido de todos los colores, para público infantil como en esta escena, que memoricé de pequeño, por haber visto “Solo en casa” dos docenas de veces, en la que Macaulay Culkin viendo una especie de parodia de “Ángeles con caras sucias”, se ríe del pizzero mientras pronuncia, “quédate con el cambio sabandija asquerosa”…





Los ha habido también ucrónicos, como la decisión de Tarantino de terminar con el III Reich, mientras la cúpula nazi ve una película en un cine, es también una herramienta para saber, que tipo de cine le gusta al director de la película que estás viendo, como en “7 psicópatas”, cuando están Sam Rockwell y Collin Farrell, en un cine y durante un segundo de la peli, se puede apreciar que están proyectando una de Takeshi Kitano.

     

También los hay más culturetas, como cuando en “Delitos y Faltas”, Woody Allen  lleva a su sobrino, que ha hecho “peyas” porque tenía un examen que no había estudiado, a ver una película de Edward G. Robinson, cine como válvula de escape a problemas de la vida diaria, a los problemas que te golpean, como en “Adiós muchachos”, cuando el cura le pone a los chavales una de Chaplin, para que se rían y olviden las penas, que les provocaban los que terminaron calcinados en la anteriormente mencionada “Inglorious Basterds”.





Los ha habido incómodos, como cuando Robert DeNiro lleva a Betsy a un cine porno en “Taxi Driver”, hay algo angelical en el personaje de la rubia que el tarado de Travis quiere mancillar, y le lleva a ver una X, como el que no quiere la cosa…Scorsese también le reserva a su amigo una de las escenas más incómodas que se han rodado en un cine, me refiero como no, a Max Cady con esa risa perserva e insidiosa, tratando de intimidar al abogado al que da vida Nick Nolte en “El cabo del miedo”.




Los 80, fueron una gran década para esta herramienta narrativa, películas siempre dirigidas o producidas por Spielberg, en estas además de ser una herramienta preciosa, ésta tiene un valor importante en la trama, si  el monstruo aquel de “los Goonies”, no hubiera visto a Errol Flynn hacerlo por la tele, nunca se hubiera armado de valor para atreverse a salvar a sus amigos, cortando la vela mayor con un sable, para saltar hasta la cubierta del barco, si Marty McFly no hubiera visto a Clint Eastwood por la tele, nunca se le hubiera ocurrido improvisar un chaleco antibalas en “Regreso al futuro”.




Los Gremlins en medio del caos que provocan aprovechan para ver “Los 7 enanitos” en un cine local, Gizmo, el pequeño gran Gizmo, que es el único y verdadero héroe de la película ( porque Billy es un pagafantas…), recurre a conducir un bólido descapotable en miniatura, para salvar a su amigo de las garras del Gremlin macarra de la cresta blanca, que está a punto de hacerle picadillo con una motosierra, a Gizmo esto se le ocurre porque ve por la tele como Clark Gable, conduce su coche a toda velocidad por el circuito de Indianápolis.


En “Gremlins II”, el gran Gizmo, también recurre a las películas para enfrentarse a los malos, saca fuerzas de flaqueza y decide imitar a Silverter Stallone en “Rambo”, ataviado incluso con una cinta para el pelo como bandana e improvisando un arco y unas flechas con cerillas.


                                   


Los hay de “Serie B”, como en la película “The Blob”, en la que salía un jovencísimo Steve McQueen, en dónde en una de sus escenas finales, (que ha sido imitada un millón de veces), la gente sale despavorida del cine porque a mitad de la película, al engendro pegajoso del espacio exterior, le entra hambre y quiere comerse a varios de los espectadores.


 Se ha usado en la comedia también, en “Arma Fatal” o “Hot Fuzz”, dirigida por Edgar Wright, al personaje de Nick Frost, un policía mediocre, que jamás ha disparado su arma reglamentaria y que se pasa el día viendo películas de acción, no se le hubiera ocurrido, disparar al cielo para evitar pegarle  un tiro a su compañero de fatigas Simon Pegg, si no hubieran visto ambos “Le llaman Bodhi” la noche anterior.






Me reservo lo mejor para el final, en mi película favorita de Terry Gilliam, “12 monos”, Bruce Willis y Madeleine Stowe, están en un cine viendo la escena de “Vertigo” en la que Kim Novak, al ver el tronco de un árbol centenario reflexiona sobre lo corta que es la vida, Bruce Willis tiene la sensación de haber visto la película, pero no la recordaba de esa manera, se entrelazan una escena de una película que están viendo los personajes, que tiene relevancia para la película que tú estás viendo y una de las mejores reflexiones que se han hecho desde el cine y sobre el cine.
 La película no es la cambia, la película sigue igual, pero tu manera de interpretarla se modifica con el paso de los años y los diferentes revisionados.

                                       

Como ya dejé claro en el post que le dediqué al director fantasma Alan Smithee, desde mi punto de vista, algo no es importante si no ha salido en “Los Simpsons”, pues bien, hasta Matt Groening utiliza esta maravillosa herramienta narrativa y se pone el traje del mejor Joe Dante o Robert Zemeckis, en varios de sus episodios, y como en una peli ochentera cuando lo hace, esta tiene una especial relevancia en los acontecimientos que se producen en la historia.

En el episodio “Take my wife, Sleazy” (T11,E08), lo recordarás por grandes frases como, Tetitas Larou o pechitos McTetis…

Homer gana un concurso de baile, el premio era una Harley Davidson, después de esto, el patriarca de la familia está viendo una película de los años 50 en blanco y negro sobre “Los Cobras”, una banda de moteros y se le ocurre la feliz idea de montar junto con Moe,Carl y Lenny la banda “Los satanases del infierno”, por supuesto todo le sale mal, y una banda de moteros californianos, llega para hacerle comer toda la ropa que tienen con el nombre de la banda, debido a un problema sobre derechos de autor...

 


También Matt Groening la utiliza en el episodio, “Wild Barts Can’t Be Broken” (T10E11), en el que en Springfield se impone el toque de queda para los menores de edad, cuando los niños del apacible pueblo ven que se va a estrenar “El Sanguinariamiento”, ( tributo de Matt Groening a “El pueblo de los malditos”, 1960), deciden ir a verla y para combatir a sus mayores, montan un programa a través de una radio pirata, que se llama "conocemos todos vuestros secretos"...(pronunciado con un lúgubre acento británico), que consiste en ir desvelando los secretos mas inconfesables de los habitantes de Springfield, amén claro, de cebarse con el bueno de Homer cada vez que tienen el micro a mano…




                                         




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