La
última del escocés Danny Boyle, nos cuenta la historia de Simon (James McAvoy
“El último rey de Escocia”), un empleado de un
museo en Londres, dónde se subastan obras de arte, que une esfuerzos con
una banda criminal, liderada por Vincent Cassel (Promesas del Este), para robar
el cuadro “Vuelo de Brujas” de Goya, valorado en 25 millones de dólares,
durante el atraco al museo, Simon sufre un fuerte golpe en la cabeza que le
produce amnesia, para recordar dónde ha puesto el preciado cuadro, la banda
obliga a Simon a ir a ver a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson, “Clerks
II”), a medida que se van produciendo
las sesiones de hipnosis, la realidad comienza a diluirse y los límites que
separan realidad y ficción comienzan a desaparecer.
El
guionista John Hodge, antiguo colaborador del realizador, que ha firmado los
primeros trabajos del escocés (“Shallow Grave”, “Trainspotting”, “La playa”),
vuelve para unir fuerzas con un experimento raro pero muy atractivo, como
suelen ser los proyectos de Danny Boyle, mezclando un atraco clásico con un
thriller psicológico, con ciertas cosas que remiten al “Recuerda” de Hitchcock, a pesar de lo encomiable de no haberse apalancado y dejado
absorber por la maquinaria de Hollywood, después del éxito de “Slumdog Millionaire”,
y lo bonito de regresar a las islas, dónde ha firmado muchas de sus grandes
películas y dónde no desarrollaba nada desde “28 días después” (excepto la
ceremonia inaugural de los J.J.O.O.), en esta película, lo único que se difumina y diluye, como le
pasa a la memoria del protagonista, es el interés del espectador a medida que la
historia se va desarrollando.
Un
comienzo clásico para una película de este género, con Simon narrando un atraco
en primera persona, deja paso a las secuelas del protagonista y a una trama en
la que están mal resueltas motivaciones de varios personajes, y un triángulo de
intereses entre la terapeuta, el protagonista y el jefe de la banda, en la que
los eventos se suceden, con buen ritmo, pero de manera aleatoria, sin estar
bien explicados, que deja al espectador perdido, esperando que los huecos que
la historia va dejando, sean llenados con algo con sentido y en vez de
justificaciones para los cabos sueltos, las cosas terminan resolviéndose a
golpe de explosiones y sin ninguna aclaración convincente.
Es como una de esas películas del Dario Argento menos inspirado, en la que la trama se va descargando a base de recuerdos, que el personaje va desencriptando oportunamente en su cabeza y al final, el protagonista logra recordar lo que andaba buscando, cuando ya se ha agotado el interés del espectador con respecto a lo que ocurre.
La puesta en escena y el intento fallido, de tratar de hacer bajar al espectador a través de la psique del protagonista hipnotizado, a mucha gente le recordará, al juego onírico que se plantea en "Origen" de Christopher Nolan y el agravio comparativo con respecto a esta última es enorme, se podría decir, como oí a la salida del cine cuando fui a verla que "Trance es la cara B de Origen"...
Aunque
el ejercicio de estilo no sea tan satisfactorio como en otros experimentos tipo
“127 Horas”, no creo que a pesar de un guión con carencias, ningún admirador de
Boyle quede decepcionado, su estilo sigue siendo reconocible, ya sea con planos
expresionistas, viendo a Vincent Cassel dándose cuenta de que le han dado el cambiazo, o con una fotografía perfecta, al servicio de muchos y preciosos juegos de espejos en diferentes tomas, que terminan de hacer un envoltorio bonito, con la impronta inequívoca del que firma la historia, pero a diferencia de “Tumba abierta”, “Trainspotting” o “Sunshine”, aquí no aparece el Danny Boyle
más virtuoso, a pesar de la escena en la que a Vincent Cassel le vuelan la
cabeza y aún así se levanta para decir algo, sin la mitad del cerebro, o el
desnudo integral de Rosario Dawson.
El gran Hard
Boyle no firma una de sus mejores películas con "Trance".
Lo
mejor:
- Una fotografía perfecta, que acompañada de la dirección hace que merezca la pena ver la película.
- Tener presente que muy probablemente la próxima película de Boyle va a ser, en palabras del propio director, “Una continuación, veinte años después, de Trainspotting y no una secuela”.
Lo
peor:
- Una trama que se desinfla con el transcurso de la película y unos giros forzados que no encajan bien en el rompecabezas que nos plantean.
- El típico error de racord de películas de acción, en relación con las balas que una pistola tiene en el tambor y cuantas se terminan disparando, que en una película de Danny Boyle chirría demasiado.
Le
doy 3 cuadros de Goya sobre 5.
Aquí
os dejo el tráiler.
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