jueves, 7 de enero de 2016

Bloodborne vs The Witcher 3

Como decía Gonzalo en el podcast previo a la ceremonia de los Óscar 2015, cuando tienes que elegir entre Wiplash, Birdman y Boyhood, es que has tenido un año de puta madre. En videojuegos estamos en esa misma situación. Elegir entre Bloodborne y The Witcher 3 es como responder a la eterna pregunta: ¿ A quién quieres más, a Papá o a Mamá?




From Software (Bloodborne) es, en mi opinión, la desarrolladora de videojuegos más en forma de los últimos años, desde Demon Souls hasta Bloodborne hemos tenido las dos entregas de la saga Dark Souls, lo que nos da un total de cuatro juegos absolutamente sobresalientes en menos de 10 años, una ratio que recuerda a SquareSoft o Nintendo en sus mejores épocas.

Bloodborne representa la perfección de la jugabilidad, algo en lo que siempre ha estado Japón por encima de Occidente; es además, sirviéndose de una mínima evolución respecto al sistema de combate de los Souls con lo que alcanzan el control definitivo sobre el personaje, si algo no sale como esperabas es única y exclusivamente culpa tuya (salvo en algún punto donde la cámara puede entorpecer un poco la experiencia). La respuesta de los controles al movimiento del personaje es lo que hace que el elevado nível de dificultad de los combates de Bloodborne sea justo. Y si estamos hablando del combate, no podemos dejar de mencionar las armas, el "bread and Butter" del asunto; contando con la expansión tenemos cerca de una veintena de armas diferentes con unos niveles de detalle y profundidad prácticamente sin precedentes en la historia del videojuego, al nivel de la carismática Shotgun de Doom, que obligan al jugador a conocer a la perfección todos los movimientos del arma, todos sus combos, su alcance, sus puntos fuertes y sus puntos débiles, etc.
Otro aspecto a destacar es la ambientación. Evidentemente el diseño de los escenarios es fantástico, una constante desde Demon Souls, pero yo considero que Bloodborne va un paso más allá y consigue crear un mundo más palpable, un entorno oscuro, frío y hostil que, sin embargo, te atrapa desde el primer momento pero que no terminas de comprender del todo hasta bien avanzada la aventura.
Todos los NPC's del juego tienen una historia que, al contrario que en la mayoría de videojuegos, te tienes que molestar en buscar, no se te presenta a base de vídeos, sino que te tienes que explorar el mapa en profundidad para encontrar archivos u otros personajes que te explican que es lo que está pasando. En general From Software hace una cosa que es muy de agradecer, especialmente hoy en día, y es que no toma al jugador por un completo y absoluto imbécil al que hay que llevar de manita a lo largo del juego.

La experiencia online sigue mejorando en cada entrega, pero sigue siendo uno de los puntos débiles de From Software; la idea es cojonuda, pero la ejecución deja bastante que desear, pero como decía, se nota cierta mejoría respecto a Dark Souls II y desde luego un abismo con Dark Souls o Demon Souls.
Y por último, no podemos dejar de mencionar los jefes, otra de las señas de identidad de la saga. Bloodborne quizá no tenga un combate como el de Orstein y Smough, el mejor de todos en mi opinión, pero si que recupera un poco de originalidad y buenas ideas que quizás habían flojeado un pelín en Dark Souls II, y además, los enemigos ganan un poco en personalidad en Bloodborne, tiendes a entender mejor contra quien estás peleando y porque lo haces.

En resumen, la saga Souls en general y Bloodborne en particular, son, probablemente, lo mejor que le ha pasado a la industria en la última década por un motivo concreto, porque no siguen el camino que el resto del mundo de los videojuegos está tomando:

- Dificultad, para arriba en lugar de para abajo
- Mapa, no crear un mundo 4 veces más grande que la entrega anterior, sino prestar un atención exhaustiva a cada rincón y a cada elemento que veremos en pantalla. Y sin ser un juego pasillero evidentemente.
- Historia, no acribillar al jugador con vídeos y escenas que exponen la aventura, al contrario, forzar al jugador a investigar si quiere enterarse de lo que está pasando. Dar un motivo sensato a la exploración, no tener que buscar las mil plumas que hay escondidas en el mundo para obtener un trofeo...






En el otro lado tenemos a The Witcher 3, de la empresa más agradable de la industria por goleada, CDProjekt Red, que además de tampoco tratar al jugador como si fuera disminuido, no lo considera un ladrón pirata judeomasón como si hace la práctica totalidad de la industria del videojuego. DRM


Empiezo de manera rotunda, The Witcher 3 es uno de los 4 o 5 mejores WRPG (juegos de rol occidentales) de la historia. El motivo fundamental es la narrativa, pocas veces hemos tenido tantos arcos argumentales de tanta calidad en una misma aventura, y es que en The Witcher 3 casi todas las misiones secundarias con las que nos encontramos tienen un contexto, unos personajes bien formados y desarrollados y que no dan la sensación de ser un maniquí que por alguna extraña razón te pagará 20 monedas porque mates 43 cerdos, no, en The Witcher te encuentras con NPCs que tienen motivaciones humanas: amor, odio, venganza, racismo, envidia, ansias de poder, lujuría o ludopatía entre otras. Y la calidad de los personajes más importantes, Yennefer o Ciri por ejemplo (y por evitar Spoilers innecesarios) es impresionante.


El apartado técnico de The Witcher 3 es otro aspecto a destacar, tanto a nivel gráfico como sonoro se ha convertido en uno de los referentes de la generación, y si bien es cierto que de lanzamiento se podían encontrar numerosos fallos o bugs, teniendo en cuenta el tamaño y detalle del mapa, el rendimiento del juego es óptimo desde las primeras semanas.
Cuando nos ponemos a controlar a Geralt nos encontramos con un sistema de combate que, si bien resulta un poco tonto en dificultades bajas, es muy satisfactorio si lo juegas en un nivel de dificultad adecuado, manteniendo los elementos estratégicos y la necesidad de preparación para el combate típicos del género, sobretodo en las misiones de contrato de brujo, aunque un poco demasiado arcade en mi opinión.
Pero de verdad, solo por los diálogos y por el trabajo de los actores de doblaje The Witcher 3 ya merece la pena. Y si a eso le añadimos las misiones secundarias, el crafteo, los minijuegos (especial mención al juego de cartas Gwynt) y la espectacularidad de los entornos se convierte en un imprescindible, un juego al que lo podremos dedicar un montón de horas y más aún si todas las expansiones son del nivel de Hearts of Stone.


Considero que estos dos juegos, junto a Fallout 4 y Mario Maker evitan que 2015 sea un año decepcionante (a falta de jugar MGS V); espero, confío y deseo que 2016 supere lo que hemos visto hasta ahora, pero Bloodborne y The Witcher 3 son ya de los mejores juegos de la generación, pase lo que pase en los próximos años.

Gracias CDProjekt, Gracias From Software

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