El juego luce de forma aceptable gráficamente pero eso era de esperar siendo el hermano pequeño del Metal Gear Solid 4, que marcó un referente de lo que la nueva generación de consolas (ya más bien vetusta) era capaz de hacer. No hay ningún momento en el que los escenarios te dejen boquiabierto por ninguna razón. Si bien es cierto que es difícil adaptar el tipo de visión artística de juegos como Bayonetta al universo semi-realista de Metal Gear, los pocos intentos de hacerlo con los diseños de ciertos personajes resultan desacertados y un poco fuera de lugar.
La música en cambio le sienta a las mil maravillas. El ritmo frenético de acción y mamporros va acompañado de tonos metaleros y electrónicos, todo bastante actual y fresco. Se adapta a las dinámicas del juego sin cambiar mucho de registro, lo cual no resultaba necesario considerando que el juego fluye de la misma manera.
La historia es una pérdida de tiempo. Así de claro os lo digo. No es que sea aburrida, es que es difícil de creer que ciertas cosas vayan sucediendo durante la narrativa del juego, rayando el absurdo. El infame Raiden toma el papel protagonista una vez más, pero esta vez convertido en un robot ninja de aspecto problemático y amenazador. Mucha gente ha agradecido este cambio de estética pero incluso así sigue resultando ser un personaje muy quejica y desagradable. El resto del reparto es bastante intrascendente. Rusos, robots ninjas, terroristas enloquecidos y evaluaciones sobre la necesidad de la violencia en nuestros sistemas políticos. Incluso un senador americano hipermusculado. Es un toque divertido propio de Platinum Games.
En definitiva, no esperes una compleja y fascinante trama. Esto va más de Raiden con una espada intentando buscar excusas para seguir dando de hostias a todo el personal. No te parecerá mal si no te la tomas demasiado en serio, pero la duración del juego es muy corta, unas 4 o 5 horas sin contar con unos pocos extras. Este es un juego de repartir hostias rápidas como si de panes se tratasen y ahí es donde el juego destaca de forma sobresaliente.
La jugabilidad es excelente. En Platinum Games saben como hacer juegos de acción mejor que nadie y aquí no decepcionan. Controlar a Raiden resulta extremadamente divertido y fluido (60fps a la perfección). Controlar la cámara ya es otra historia ya que el movimiento de Raiden es demasiado veloz y la cámara tiende a marearse y no fijar a los enemigos correctamente. Vas a tener que acostumbrarte a cambiar rápidamente de ángulo si no quieres frustrarte. Atacar es rápido y fluido, con una buena cantidad de opciones que eran de esperar en este tipo de juego. Combos aéreos, en el suelo, barridos, cortes rápidos o fuertes... resulta placentero atacar, pero defender es frustrante. El juego introduce un parry system similar a lo que se puede encontrar en ciertos juegos de lucha. Cuando un enemigo te va a atacar, parpadeará un segundo en un cierto color. Para bloquear, el jugador debe presionar el botón de ataque ligero inclinando el joystick en la dirección desde la que venga el ataque. Esto funciona bien en teoría pero no funciona si estás en medio de un combo o incluso si estás corriendo. Rompe mucho el ritmo del juego obligándote a tomar una postura demasiado defensiva que llega a resultar frustrante. Otro aspecto frustrante en jugabilidad son las secciones del juego en las cuales se te fuerza a usar el sigilo, como guiño a los Metal Gear de toda la vida. El juego claramente no está diseñado para ello y resulta muy torpe y forzado.
Afortunadamente no todo es frustración, la parte más divertida del juego por sórdido que pueda sonar, es partir a tus enemigos en mil pedazos usando el ''Blade Mode''.
Algo así como el ''tiempo bala'' de Matrix, solo que en vez de esquivar a los enemigos a cámara lenta, tienes un buen rato para partir a tu enemigo en pedazos que tú mismo puedes controlar tanto en horizontal como en vertical. El juego te incita a usar esta dinámica constantemente ya que si logras cortar a tus enemigos justo por la mitad, podrás recuperar toda tu salud, y créeme, la vas a necesitar.
La dificultad del juego está bastante mal calibrada. En modo fácil, todo lo que he explicado sobre la defensa es realizado de forma automática lo cual hace a Raiden prácticamente intocable a no ser que sea atacado en varias direcciones. Si en cambio jugamos en normal (como fue mi caso), la dificultad se dispara hasta el punto de parecer dos juegos diferentes. Recomiendo jugar en normal ya que sin reto, esta clase de juegos pierden bastante chicha, pero aún así prepárate para morir a manos de ciertos jefes finales una y otra vez hasta el punto de la desesperación.
En conclusión, Metal Gear Rising es un juego muy divertido pero poco accesible. Sus problemas técnicos lo alejan de ser un juego imprescindible pero merece la pena probarlo si lo ves en alguna tienda por menos de 20 euros. De momento no es el caso así que guardaros el dinero hasta un futuro próximo.
Lo mejor:
- El blade mode: original, fresco y divertidísimo.
- El ritmo frenético de las batallas. Lo que se podía esperar de Platinum Games.
- Algunos jefes finales plantean retos interesantes que elevan la tensión del juego.
Lo peor:
- La historia. Absurda y fuera de lugar en el universo Metal Gear.
- El parry system. A veces no funciona bien y hace que mueras muchas mas veces de las merecidas.
- El producto final no está a la altura de lo que se esperaba de Platinum Games ni de la saga Metal Gear.
Nota final:
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