
Un Django negro, un héroe de raza negra del género más importante en el cine americano, un Shaft con sombrero de vaquero, negro como el apellido del Django original, Franco Nero, que cargaba un ataúd lleno de sorpresas en el Django de Sergio Corbucci, maestro del western de aquí, el que se hizo en Almería, que dejó obras maestras como ''El gran silencio'' o ''Salario para matar'', un director genial que sólo fue eclipsado en el terreno de las colts, los sombreros y la arena, por otro genio con el que compartía nombre que se apellidaba Leone,un apellido,volviendo al actor de la original, Nero, que viene a colación para comentar lo que más controversia ha causado en Estados Unidos, ''The 'N' word'', ''nigger'' que me imagino vendrá del castellano negro, esta junto con el dicho, What is this the spanish inquisition? ha sido la gran aportación que los españoles hemos hecho al vocabulario de Estados Unidos, una palabra que se utiliza despectivamente y por curiosidad comentaré, que en la película es pronunciada exactamente 112 veces(contadas con papel y boli por mi mismo).
Tarantino siempre intenta ser auténtico y normalmente la autenticidad viene acompañada de vocabulario soez, y no hay cosa que a Quentin le produzca más placer, que matar dos pájaros de un tiro siendo irreverente en el vocabulario de los personaje, amén de adecuarse además al periodo en el que transcurre la historia.
Es cierto que hay gente a la que el uso de esta palabra le pueda llegar a ofender, gente que preferiría que esta palabra fuera muda, como la ''D'', del título de la película, pero nadie puede negar que seguramente no había palabra, por repugnante que esta sea, más utilizada que ''nigger'' en los Estados Confederados, en el año 1858.
Es más, desde mi punto de visto creo que, si yo fuera estadounidense y de raza negra, (¿Que es eso de, de color, o afroamericano?, ¿alguien llama euro-americanos a los blancos allí?), lo que más me ofendería sobre la película es el personaje al que da vida el genial e incombustible Samuel L. Jackson, que con sus 64 añazos, y como en su famoso versículo de Ezequiel 25:17, personifica la tiranía de los hombres malos, dando vida a un negro negrero, que echa en cara al héroe romántico de esta fábula germana, que transcurre en Mississippi dos años antes de estallar la guerra civil, que sea un hombre libre como él.
Es cierto que hay gente a la que el uso de esta palabra le pueda llegar a ofender, gente que preferiría que esta palabra fuera muda, como la ''D'', del título de la película, pero nadie puede negar que seguramente no había palabra, por repugnante que esta sea, más utilizada que ''nigger'' en los Estados Confederados, en el año 1858.
Es más, desde mi punto de visto creo que, si yo fuera estadounidense y de raza negra, (¿Que es eso de, de color, o afroamericano?, ¿alguien llama euro-americanos a los blancos allí?), lo que más me ofendería sobre la película es el personaje al que da vida el genial e incombustible Samuel L. Jackson, que con sus 64 añazos, y como en su famoso versículo de Ezequiel 25:17, personifica la tiranía de los hombres malos, dando vida a un negro negrero, que echa en cara al héroe romántico de esta fábula germana, que transcurre en Mississippi dos años antes de estallar la guerra civil, que sea un hombre libre como él.
La película, soslayada ya la controversia, habla sobre un dentista convertido a cazador de recompensas al que da vida con movimientos gráciles y elegantes, como los que inspiran el baile que lleva como apellido, Chistoph Waltz, que hace negocios durante el largo invierno con Django, interpretado por Jamie Foxx, al derretirse las nevadas en el ''Lone Star State'', ambos han entablado una estrecha amistad, tanto es así que unen fuerzas para encontrar a la mujer de Django (Kerry Washington), que está en manos del cruel Calvin Candie, al que Leonardo Di Caprio, presta su talento para, terminar de conformar, este personaje repulsivo, un Luis XIV del sur americano, un cacique que tiene una plantación de algodón, y que en sus ratos libres se entretiene con peleas de Mandingos.
Guiño de Tarantino a una de esas ''exploitation'' de los 70, que tanto le gustan, una película del director Richard Fleischer, que cuenta con James Mason(La cruz de hierro, Lolita) y Susan George (La mujer de Dustin Hoffman en el ''Perros de paja'' original), y que aunque parezca mentira, es una película bastante mediocre a pesar del reparto, este, además de otros guiños como la canción compuesta por Ennio Morricone para el Django del '66, para los títulos de crédito, o la canción de ''Le llamaban trinidad'', una de las pocas pelis buenas de Bud Spencer y Terrence Hill, así como la participación de Franco Nero, en una escena en la que el Django antiguo le pide al nuevo, que deletree su nombre, son la muestra de que Tarantino, funciona en muchísimas capas.
Superficialmente es entretenimiento puro, te sientas en la butaca, y te ríes con el saludo educado del caballo del dentista cuando mencionan su nombre, te estremeces, con ese festival de sangre, que parece tener una textura y color especiales, como si el director hubiera estado preparándola con mimo y detalle, como si fuera un chef cocinando el plato estrella de la carta, y además, si te planteas analizar la película, como si fuera un decálogo de las influencias que a Tarantino le gustan, encuentras más guiños a corrientes que el director homenajea, que minutos de metraje tiene la película en sí.
Al final, esto es Tarantino, los que le critican dicen que no hace películas de género con un estilo diferente, sino ''tarantinadas'', con sombreros de vaquero o trajes de nazis, pero para mí Tarantino, fuera de que sí santo de mi devoción, y nunca mejor dicho, porque cuando oí que iba a hacer un spaghetti western, me hice ilusiones con que se pudiera venir a Almería, para rodar, sitio al que pensaba ir a peregrinar, como si aquello fuera el Camino de Santiago.
Sino que, es un tipo, al que, te guste o no su cine, debes reconocerle, que al menos es un cinéfilo empedernido, cosa que debería de ser condición necesaria para dedicarse a hacer películas, igual que un buen compositor es siempre un gran melómano, y que, desgraciadamente no es así, con un panorama en cuanto a directores, lleno de tipos que pretenden hacer la enésima película, que se parece a otra infinitud de películas, que ya has visto cientos de veces.
Tarantino no es una batidora como muchos despectivamente le achacan, no es una copia barata sobre otra, Tarantino por seguir con las metáforas culinarias, es el robot de cocina más perfecto que hay, no sólo es capaz de crear tendencia, arengando a otros directores que tratan de imitarle, pero a pesar de saber la letra, no manejan muy bien el ritmo de la canción, sino que es capaz de hundir todas esas influencias revistiéndolas de un toque de sofisticación, y de un estilo personal, cosa que hoy en día, hace mucha falta en el cine americano lleno de Remakes, Reboots y secuelas.
Tarantino no hace remakes, (coge el título como con Django o con Inglorious Basterds, película también de un director italiano, que se llamaba ''Aquel Maldito tren blindado'', de Enzo Castellari), sino que el título es un homenaje más, un punto de partida para comenzar una historia, respetando los parámetros del género al que pretende rendir pleitesía, con el objetivo de mezclarlo con otros para concebir un híbrido estupendo, añadiendo diálogos genuinos, y un personal tratamiento de la violencia.
¡Qué grande eres Tarantino!... Te imagino en casa, hace unos años pensando cual iba tu próximo proyecto, diciendo... ''Voy a marcarme un western europeo de buenos y malos, con una compleja carga social...Hijo de Puta''.
Sino que, es un tipo, al que, te guste o no su cine, debes reconocerle, que al menos es un cinéfilo empedernido, cosa que debería de ser condición necesaria para dedicarse a hacer películas, igual que un buen compositor es siempre un gran melómano, y que, desgraciadamente no es así, con un panorama en cuanto a directores, lleno de tipos que pretenden hacer la enésima película, que se parece a otra infinitud de películas, que ya has visto cientos de veces.
Tarantino no es una batidora como muchos despectivamente le achacan, no es una copia barata sobre otra, Tarantino por seguir con las metáforas culinarias, es el robot de cocina más perfecto que hay, no sólo es capaz de crear tendencia, arengando a otros directores que tratan de imitarle, pero a pesar de saber la letra, no manejan muy bien el ritmo de la canción, sino que es capaz de hundir todas esas influencias revistiéndolas de un toque de sofisticación, y de un estilo personal, cosa que hoy en día, hace mucha falta en el cine americano lleno de Remakes, Reboots y secuelas.
Tarantino no hace remakes, (coge el título como con Django o con Inglorious Basterds, película también de un director italiano, que se llamaba ''Aquel Maldito tren blindado'', de Enzo Castellari), sino que el título es un homenaje más, un punto de partida para comenzar una historia, respetando los parámetros del género al que pretende rendir pleitesía, con el objetivo de mezclarlo con otros para concebir un híbrido estupendo, añadiendo diálogos genuinos, y un personal tratamiento de la violencia.
¡Qué grande eres Tarantino!... Te imagino en casa, hace unos años pensando cual iba tu próximo proyecto, diciendo... ''Voy a marcarme un western europeo de buenos y malos, con una compleja carga social...Hijo de Puta''.
Lo Mejor:
La interpretación de Waltz que ha ganado su segundo Oscar, de manera merecidisima desde mi punto de vista.
La escena reservada a Don Johnson, conocido por la seria de ''Corrupción en Miami'' en la que le explica a una de sus esclavas, que el trato a Django, no debe ser como si este fuera blanco, pero casi, como si fuera el retrasado del pueblo.
La complicidad que hay entre Samuel L. Jackson y Di Caprio, la escena en la que Calvin Candie se corta la mano dando un golpe sobre la mesa, cosa que puede parece un error de racord, pero en realidad, lo que ocurre es que Di Caprio se cortó la mano de verdad.
Y por último el sello inconfundible del director que firma la obra, esos detalles como llamar a tus personajes con la misma inicial nombre y apellido, como Stan Lee (Vincent Vega, Calvin Candie, Bruce Banner, Peter Parker...), la sangre, el tratamiento de la violencia, y la sensación de que Tarantino ahora dirige con la pretensión de que sus películas aguanten el paso del tiempo, creo que esta y Malditos Bastardos van a envejecer mejor que toda su filmografía anterior.
Lo peor:
Así como de guionista es maravilloso, como actor no creo que nadie piense jamás en premiar a Tarantino, que se reserva un papel con un final memorable, pero que va mal maquillado, y que imposta un acento sin mucho acierto.
Hay un par de temas que chirrían en la batalla que le reserva a Jamie Foxx, que en mi opinión no pegan mucho con las imágenes que vemos.
Por encima de todas las cosas, verle el escroto desde arriba a Jamie Foxx en pantalla grande.
Botes de ketchup; 4 / 5.
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