“La química es el estudio de la materia, pero yo prefiero verlo como el estudio del cambio”.
Se dirigía, mientras pronunciaba estas palabras, a unos adolescentes hormonados de un instituto de Nuevo Mexico, pero se refería a sí mismo, a su viaje desde que le pronosticaran una enfermedad terminal y como buen profesor, con estas palabras nos preparaba para darnos una clase magistral.
Desde el piloto, hasta ese momento de duelo entre vaqueros que cerraba el noveno episodio de esta última temporada, en el que Hank le pega un puñetazo, después de decirle que no le conoce y que no sabe con quien está hablando, a lo que Walter ya con la careta quitada, y con la soltura que le han dado los despropósitos que ha hecho para pronunciar amenazas veladas dice:
“If you don’t know who I am, then maybe your best course would be to tread lightly”.
Si no sabes quien soy, quizás deberías pensártelo dos veces, porque vas a tener que hilar muy fino…(que me perdonen los que que sepan muy bien inglés, Liam, miembro de este blog entre ellos, si no he sido capaz de traducirlo de manera perfecta), pero el mensaje está claro, ya hace tiempo que Heisenberg se impuso en ese pulso interno que tiene con Walter White, seguramente hacienda memoria, el episodio en que se termina de consolidar la victoria de aquel, es el que cierra la cuarta temporada.
Walter está sentado en su casa, dando vueltas a su pistola, sobre la mesa del jardín, es la primera vez que vemos al protagonista, normalmente frío y calculador, dejar al azar algo, y en este caso ese algo es una cosa importantísima, después de tres intentos la suerte hace que la pistola tras su girar, señale a la planta “Lirio del valle”, en esta sutil escena se le revela al espectador que Walter White,ha envenenado al hijo pequeño de Andrea, para terminar de convencer a Jesse y traerlo por enésima vez a su lado mediante engaño.
Adiós Walter White y hola Heisenberg, esta es la gota que colma el vaso, un vaso sobre el que han caido barbaridades, calvarios por los que Pinkman atraviesa al cruzarse en su vida el Sr. White, cuyo egoísmo llevó a dejar morir a la novia de Jesse entre vómitos cuando podía haberla salvado.

Falta de confianza y miedo que me dan al
llegar a la conclusión de que es casi imposible que se ponga un punto final
acorde con lo que ha sido esta serie, porque si su “finale”, por seguir con las
referencias operísticas, está a la altura de sus “Arias”, el último capítulo
que nos prepara el creador de la serie Vince Gilligan, va a ser simplemente perfecto y
eso es muy difícil de conseguir…
Sólo con el paso del tiempo, me ha sido
posible apreciar lo correcto del último episodio de “Los Soprano” y en el
momento de verlo más bien me pillé un cabreo importante, por eso por si pasa
–que ojalá y no…- escribo el post ahora, para que un final agridulce no empañe
un trayecto insuperable.



Vince Gilligan no ha sucumbido a la tentación de abusar de la gallina de los huevos de oro, y ha sabido apreciar que es mejor saber cuando acabar una maravilla, que alargarla y sufrir el riesgo de deteriorar su calidad.
En uno de mis episodios favoritos de la serie, (concretamente el 3x10 llamado “Fly”), Walter está preparando el pedido para Gustavo Fring, aquel mayorista de “los pollos hermanos”.
Mientras se esmeraba en su trabajo, su paz se ve rota por una cosa insignificante, todo el episodio narra el intento desesperado de Walter tratando de matar a una insidiosa mosca cojonera, más escurridiza que el correcaminos.

Es también la manera que tienen los guionistas de parar a coger aire, de descansar y de hacerlo de manera elegante, hasta entonces Vince Gilligan y sus secuaces te han servido una historia maravillosa con un pulso magnífico y por lo tanto es lícito que se tomen un episodio de descanso narrativo, tratando de elevar la serie a esa cosa tan difícil de definir que es la excelencia.

Si en algo se
parecen Vince Gilligan y su personaje Walter White, es que ambos son capaces de
preparar un producto de una pureza insuperable.
Tuco Salamanca
le acosejó una vez a Walter que en ese oficio se ha de tener un buen nombre
para fidelizar clientes, y el Sr. White después de una pausa dramática, y
contemplado por un sol de justicia sobre un cielo azul tan puro como el cristal
que el mismo prepara dijo:
HEISENBERG...
Lo dijo de manera cerebral, cartesiano como
es –o era él- sabiendo en todo momento a quién se refería, Walter homenajeaba
así al premio Nobel de física Werner Heisenberg, el creador del “principio de
incertidumbre”, un físico brillante que del 42 al 45 aceptó dirigir el intento
nazi por obtener la bomba atómica.

"Sentir envidia es humano, disfrutar de la desgracia de otro, demoníaco".


Quitarse el sombrero ante esta obra maestra.
A ver el final y adiós Heisenberg.
SPOILERS! SPOILERS EVERYWHERE!
ResponderEliminarGon, me encantan tus artículos pero este no puedo leerlo porque he empezado la serie este verano y aún no he terminado.
Pero no he podido resistirme a leer el último párrafo, y debo decirte que me quito dos sombreros. Uno por lo que dices y otro por cómo lo dices. Chapeau!
Muchas gracias! a riesgo de parecer que empezamos a chuparnos las pollas en este blog, he de decirte que me alegro de que hayas vuelto!, un abrazo y a ver si nos conocemos algún día!
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