¡Hola a todos!
Como os contaba en mi anuncio de retorno, me ha dado por el metal, en muchas (pero no todas) sus formas, y aunque ya me ha pillado viejo para dejarme greñas, llevar cadenas y aporrear amplis con guitarras y litronas de mahou, intento echarle metal a todo lo que escucho, como un niño yanki echa ketchup a todo lo que pilla. Ese espíritu indomable, ese gamberrismo, esa sencillez, todo ello me cautiva, y más si me lo grita un melenudo revestido de tachuelas aunque lleve maquillaje muchas veces (dependiendo de la subsecta).
Así, busco versiones heavy metal de bandas sonoras, canciones pop, formularios de declaraciones de la renta y recetas de cocina. ¿Que no os lo creéis? Bueno, pues por eso abro esta entrada. No es sólo para hablar de dos pasiones que he descubierto en mis viajes (cocinar y el metal) sino también para que os descojonéis un rato de la cantidad de tiempo libre que tiene la peña, y los desastrosos resultados cuando es inversamente proporcional a la vergüenza torera. En serio, insuperable. Damas y caballeros, con ustedes alguien que dejará los chistes de Arguiñano en cosa del pasado. ¡EL BLACK METAL VEGAN CHEF!
Maquillado, con greñas, clavos, cadenas, atrezo y maquillaje. Con un pentáculo como tabla de cortar, candelabros en vez de asépticos fluorescentes, usando dagas llameantes y hachas para cortar en vez de cuchillos de cerámica, e invocando al maligno con cada paso de sus sabrosas y sencillas recetas, este chef del inframundo acerca los secretos de la gastronomía y la vida sana a todos aquéllos que creían que ser metalero sólo implica una estricta diera de cerveza, güisqui, bocatas de embutido y yogures. Eso sí, pido disculpas públicamente por el hecho de que sea vegano, pero por favor, no os sintáis abochornados porque sólo coma plantas, porque sus recetas aceptan carne si sabes cómo, y además, nadie es perfecto, aunque él está un pasito por delante.* ¡Buen provecho!
* Que conste, y esto es un legal disclaimer, que al publicar este vídeo no estoy haciendo apología del veganismo, vegetarianismo ni ninguna otra discapacidad culinario/gastronómica, y que se trata exclusivamente como una publicación de contenido lúdico-humorística.
Como os contaba en mi anuncio de retorno, me ha dado por el metal, en muchas (pero no todas) sus formas, y aunque ya me ha pillado viejo para dejarme greñas, llevar cadenas y aporrear amplis con guitarras y litronas de mahou, intento echarle metal a todo lo que escucho, como un niño yanki echa ketchup a todo lo que pilla. Ese espíritu indomable, ese gamberrismo, esa sencillez, todo ello me cautiva, y más si me lo grita un melenudo revestido de tachuelas aunque lleve maquillaje muchas veces (dependiendo de la subsecta).
Así, busco versiones heavy metal de bandas sonoras, canciones pop, formularios de declaraciones de la renta y recetas de cocina. ¿Que no os lo creéis? Bueno, pues por eso abro esta entrada. No es sólo para hablar de dos pasiones que he descubierto en mis viajes (cocinar y el metal) sino también para que os descojonéis un rato de la cantidad de tiempo libre que tiene la peña, y los desastrosos resultados cuando es inversamente proporcional a la vergüenza torera. En serio, insuperable. Damas y caballeros, con ustedes alguien que dejará los chistes de Arguiñano en cosa del pasado. ¡EL BLACK METAL VEGAN CHEF!
* Que conste, y esto es un legal disclaimer, que al publicar este vídeo no estoy haciendo apología del veganismo, vegetarianismo ni ninguna otra discapacidad culinario/gastronómica, y que se trata exclusivamente como una publicación de contenido lúdico-humorística.
No hay comentarios:
Publicar un comentario